Exguerrillero del M-19, el nuevo presidente de Colombia

Proceso.com.mx, especial para JRNoticias

COLOMBIA.–El exguerrillero del M-19 y político izquierdista Gustavo Petro asumió esta tarde como presidente de Colombia en una ceremonia realizada en la central Plaza de Bolívar, en la que, por primer vez en un acto de este tipo, se dieron cita varios miles de campesinos, indígenas, afrocolombianos y gente del común que convirtió ese evento en una fiesta popular.

Petro, primer gobernante de izquierda en la historia de este país, recibió la banda presidencial de manos de la senadora María José Pizarro, hija del líder de la guerrilla del M-19, Carlos Pizarro Leongómez, quien fue asesinado el 26 de abril de 1990, un mes después de haber firmado un acuerdo de paz con el gobierno y cuando era candidato presidencial de ese ex grupo rebelde convertido en movimiento político.

La primera instrucción de Petro como presidente fue a la guardia militar de la presidencial Casa de Nariño, a la que solicitó llevar al pódium instalado en la Plaza de Bolívar la espada del Libertador Simón Bolívar, la cual tiene un gran simbolismo en la historia de Colombia y de la exguerrilla del M-19.

El equipo de transición de Petro había solicitado al saliente presidente, el ultraderechista Iván Duque, que autorizara la sacar de la Casa de Nariño la espada de Bolívar para usarla en la ceremonia, pero este no lo autorizó.

Por eso Petro tuvo que esperar a ser presidente para ordenar que le llevaran la espada. La Casa de Nariño está a unos metros de la plaza donde se desarrolla el acto de transmisión de mando.

La espada fue robada de un museo en Bogotá el 17 de enero de 1974 por cuatro guerrilleros del M-19 que, con esa acción, dieron a conocer su existencia al país.

En un comunicado, señalaron que Bolívar no está con los opresores, sino con los oprimidos. “Por eso su espada pasa a nuestras manos. A las manos del pueblo en armas. Y unida a las luchas de nuestros pueblos no descansará hasta lograr la segunda independencia, esta vez total y definitiva”.

La espada de Bolívar fue devuelta al gobierno en 1991, tras la desmovilización del M-19.

Luego de la orden de Petro, soldados de la guardia presidencial ataviados con el uniforme del Ejército de Independencia la llevaron a tarima en una vitrina.

“Esta espada tiene tanta historia, que hoy se sumará una más, de por qué se demoró en llegar a esta plaza”, dijo Petro al recibirla.

Y agregó: “Que solo se envaine, como su dijo su propietario, el Libertador, cuando haya justicia en este país. Es la espada del pueblo, y por eso la queríamos aquí”.

El nuevo mandatario de Colombia, un economista de 62 años de edad con más de tres décadas de trayectoria en la política institucional –fue varias veces congresista y fue alcalde de Bogotá entre 2012 y 2016–, agregó al juramente oficial, que es a Dios, la promesa de que cumplirá al pueblo cumplir la constitución y las leyes de Colombia.

Luego Petro tomó el juramento como vicepresidenta a la carismática líder social Francia Márquez, una afrocolombiana que estudió derecho mientras era empleada de servicio. Ella asumió el cargo con la promesa de trabajar “hasta que la dignidad se haga costumbre”.

El presidente del Congreso, Roy Barreras, señaló que, por primera vez, “un gobierno progresista de izquierda progresista ha llegado a Colombia, y eso tiene un significado enorme, es una ruptura, un quiebre en la historia”.

Es también, aseguró, “prueba de que la violencia política no tiene ninguna justificación, el camino es la paz”.

Al inicio de la ceremonia, las pantallas gigantes instaladas en la Plaza de Bolívar y en varios parques de Bogotá y del país se transmitieron una serie de fotografías de Mauricio Vélez sobre el conflicto armado interno que ha vivido Colombia desde los 60 y el cual aún persiste a pesar del acuerdo de paz firmado en 2016 con las FARC.

Petro asumió el cargo con la promesa de construir la “paz total”, que pasa por negociaciones políticas con la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y con grupos disidentes de las FARC que no se acogieron al acuerdo de paz de 2016, así como “negociaciones judiciales” con grupos del narcotráfico a los que se ofrecerán rebajas de penas a cambio de someterse a la justicia y desmantelar sus negocios criminales.

La banda presidencial le fue colocada a Petro por la senadora María José Pizarro, hija del líder de la guerrilla del M-19, Carlos Pizarro, en el que el nuevo mandatario de Colombia militó en los años 80.

La juramentación de Petro fue ocasión para que se dieran cita en Bogotá varios presidentes latinoamericanos de izquierda, como el chileno Gabriel Boric, el argentino Alberto Fernández, boliviano Luis Arce, la hondureña Xiomara Castro.

El mandatario peruano Pedro Castillo no pudo asistir porque el Congreso le negó el permiso, pero envió a la vicepresidenta Dina Boluarte, el mexicano Andrés Manuel López Obrador, cuya ausencia fue notable entre tanto presidente latinoamericano de izquierda, envió como su representante personal a su esposa, Beatriz Gutiérrez Müller. También asistió el canciller Marcelo Ebrard.

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