El Sol podría expulsar una superllamarada solar 10 mil veces más intensa que el evento Carrington
Las llamaradas solares son comunes en la actividad de una estrella, y nuestro Sol no es la excepción. Sin embargo, científicos advierten que el Sol podría expulsar una superllamarada solar 10 mil veces más intenso que el evento Carrington.
El Sol, la estrella que ayuda a la Tierra a mantener la vida en nuestro planeta, también tiene sus ciclos. En este ciclo, se producen llamaradas solares, tormentas, entre otros fenómenos. Y a pesar de que las llamaradas solares sean fenómenos bastante comunes, algunas se producen cada 100 años y tienen el poder equivalente a 10 mil millones de megatones.
Las llamaradas solares tienen intensidades distintas. Ninguna de ellas es igual, y hay otras que superan con creces el poder explosivo de una llamarada de nivel extremo. Esto lo han descubierto los científicos, y ocurre en estrellas como nuestro Sol. Asimismo, estas ocurren cada 100 años.
Por lo general, las llamaradas solares no provocan efectos dañinos en la Tierra. A menos de que se trate de llamaradas extremas o superllamaradas. Estas últimas tienen la capacidad de afectar la infraestructura energética y sistemas de comunicación actuales.
¿Qué es una superllamarada solar?
Cada cierto tiempo, el Sol emite llamaradas pequeñas, aunque también es capaz de emitir algunas de mucha mayor intensidad. Sin embargo, no se tenía clara la periodicidad con la que estas ocurren, así como tampoco se sabe qué tan intensas pueden llegar a ser.
Un equipo de científicos descubrió que todas las estrellas que tienen una composición parecida a la de nuestro Sol actúan de la misma manera. Estudiando otras estrellas con temperaturas y brillo semejantes, analizaron las fluctuaciones de brillo en 56,450 estrellas parecidas. Utilizando los datos capturados por el telescopio espacial Kepler entre 2009 y 2013.
Gracias a ello, se detectaron 2,889 superllamaradas en 2,527 estrellas. Y, como promedio, estas llamaradas de violentos efectos suceden una vez cada 100 años en estrellas como el Sol. La energía liberada por estas superllamaradas fue entre 100 y 10 mil veces más intenso que la del evento Carrington en 1859.
Recordemos que, en este periodo, se avistaron auroras magníficas, además de que se interrumpieron los sistemas telegráficos y otros sistemas de comunicaciones o navegación se vieron afectados. La energía que se liberó durante el evento Carrington equivale a más de 10 mil millones de megatones.
Superllamaradas solares: más comunes en el universo de lo que creíamos
«No podemos observar el Sol durante miles de años». Explicó Sami Solanki, director del Instituto Max Planck para la Investigación del Sistema Solar (MPS) y coautor del estudio publicado en la revista Science. «Sin embargo, podemos monitorear el comportamiento de miles de estrellas muy similares al Sol durante períodos cortos de tiempo. Esto nos ayuda a estimar la frecuencia con la que ocurren las superllamaradas«.
Aunque se ha venido monitoreando al Sol desde hace buen tiempo, nunca se ha observado una superllamarada, y los científicos no están seguros de que esto pueda suceder un día. Ya que no hay rastros de que esto haya ocurrido, no por lo menos después de la segunda mitad del siglo XX. No obstante, los datos que se han obtenido ayudan en gran manera a comprender mejor a nuestra estrella, así como a tener una mejor precisión sobre las tormentas geomagnéticas que afectan algunos aspectos de nuestro planeta.
Especialmente, porque en este año 2024, el Sol se ha encontrado mucho más turbulento de lo normal. En 2024, han sido varias las tormentas solares que han afectado a la Tierra, además de que ha aumentado la frecuencia e intensidad de las auroras boreales, lo cual pone en alerta a los científicos.
Sobre todo, porque investigaciones anteriores mencionaban que las superllamaradas no ocurren con frecuencia. Sino más bien en intervalos de mil a 10 mil años. Por lo que el reciente estudio determina que es mejor permanecer alerta. De esta manera, se podrán combatir mejor los efectos del clima espacial.
Por David Josué Calderón Coss
Créditos: ensedeciencia.com